En
diferentes lugares de Hispanoamérica se sigue presentando un libro que por el
título nos recuerda a Kant, pero está tan lejos de Kant (“no es nuestro
colega”, repondría el autor). Se trata, pues, de “Crítica de la razón
literaria” de Jesús G. Maestro, quien en tres imponentes volúmenes y desde el
idioma español ha construido una teoría originalísima sobre la base del
Materialismo Filosófico.
Si
Kant no es nuestro colega (“y Aristóteles tampoco”, añadiría Maestro), sí lo es
indudablemente el filósofo español Gustavo Bueno Martínez (1924-2016), pues desde
los años setenta ha escrito obras fundamentales que han ayudado a reconstruir
el pensamiento crítico y racionalista, lejos de una filosofía metafísica o de
una filosofía escéptica.
De Bueno se rescatan más de una veintena de libros, tales como “Ensayos materialistas” (1972), “El animal divino” (1985), “Teoría del cierre categorial” (1993) y una obra que hasta el momento me ha fascinado por su revolucionaria originalidad: “El mito de la cultura” (1997). Desde esta base es que “Crítica de la razón literaria” se alimenta y levanta su edificio teórico y aplicativo.
Con
una beligerancia nunca vista —mucho menos en estos tiempos de las “teorías que
dialogan”—, este libro enfrenta a la posmodernidad no solo desde sus páginas
sino también desde su tribuna virtual. De esta manera, el autor se encarga a
través de su canal de YouTube, de brindar las clases más adictivas que se hayan
visto en el rubro de la Teoría de la Literatura.
Lo
que resulta más original y atractivo es que el profesor Jesús ha puesto en
funcionamiento desde la Universidad de Vigo (España) una serie de cursos exhaustivamente
ordenados y planificados, donde pone de manifiesto la aplicación de su teoría.
Las asignaturas que resaltan son “Filosofía de los poetas”, “Obra de Miguel de
Cervantes” y, por supuesto, “El Materialismo Filosófico como Teoría de la
Literatura”.
El
libro “Crítica de la razón literaria” es como el compendio de las diez publicaciones
que en más o menos quince años ha tenido el autor. Dentro de ese marco,
sobresalen títulos como “Contra las musas de la ira”, libro que releo con
denuedo, porque es como la base de su obra magna. Este fue conseguido gratuitamente
hace unos meses, de forma heroica, por un primo mío a través de una página web
de bibliófilos.
De
la misma manera, he podido afianzarme de ocho libros de Gustavo Bueno y tres
libros más de Jesús G. Maestro, que ofrecí brindárselos a cualquiera que me los
pida a través de mi cuenta de Facebook. Y es una satisfactoria sorpresa que me
hayan escrito estudiantes universitarios de distintos lugares del Perú para
leer —algunos por curiosidad, algunos por estudio— la obra que está tomando por
asalto el mundo de habla hispana.
Entre
tantas otras ideas, para el estudio de la Literatura el autor dispone de cinco
principios fundamentales, como son la Ciencia, la Dialéctica, la Crítica, el
Racionalismo y la Symploké; principios propuestos por Bueno que riñen con la
filosofía de tradición alemana, francesa y anglosajona; por eso existe un
énfasis especial en el idioma español, pues es tratado como la tecnología más
potente y adelantada en comparación con otras lenguas.
Por
un lado, la Symploké es un principio rescatado por Bueno para superar la idea
que “todo está relacionado con todo” (tal como afirmaban los presocráticos
cuando sostenían que “todo es aire”, o agua, etc.; pero siglos después —y siguiendo
la misma lógica—, Marx afirmaría que “todo es dinero”; Freud, que “todo es
sexo”; Derridá, que “todo es texto”, y así sucesivamente). Entonces, para
solucionar estas trabas, la symploké plantea que “unas ideas están relacionadas
con otras, pero jamás una lo está con todas, ni ninguna prevalece desconectada
de las demás” (Platón).
Por
su parte, la Ciencia es tomada como un saber de primer orden, y la Filosofía como
un saber de segundo orden. ¿Por qué? Porque desde su nacimiento en Grecia, la
Filosofía institucionalizada en la Academia de Platón fue estudiada y
organizada desde las formas exactas que la Geometría les brindaba. Es decir, la
Geometría —ciencia por excelencia en la antigua Grecia— daba las pautas para el
análisis de las ideas de la Filosofía. Es por eso que en la puerta de la
Academia de Platón se podía leer un cartel vistoso que decía: “Aquí no entra
nadie que no sepa Geometría”. He ahí la explicación de por qué la Ciencia tiene
un carácter de primer orden, ya que antes de la Idea (Filosofía) está el
concepto (Ciencia), sino todo sería divagante.
En
el libro se distinguen cuatro acepciones de Dialéctica, y es la cuarta la que
asume el Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura. Un ejemplo para
entender la Dialéctica está en que la idea de pobreza es opuesta a la idea de
riqueza porque hay algo que codetermina a ambas: la idea de dinero. Por ello,
se define como “un proceso de codeterminación del significado de una idea (A)
en su confrontación con otra idea antitética (B), pero dado siempre a través de
una idea correlativa (C) a ambas, la cual codetermina, esto es, organiza y
permite interpretar, en symploké, el significado de tales ideas relacionadas
entre sí de forma racional y lógica, y, en consecuencia, crítica y dialéctica”.
Aparte
de estos principios, que sería difícil explicarlos con amplitud en un corto espacio,
están los materiales literarios con que trabaja esta teoría. Son cuatro: el
autor, el texto, el lector y el intérprete o transductor. En este punto, Jesús
G. Maestro también muestra una originalidad importante, pues las teorías del
siglo XX, incluso del XIX, han trabajado amputando o eliminando a alguno de los
cuatro mencionados elementos. Por ejemplo, para el positivismo el autor era el
centro del análisis; o, para los formalismos el punto capital era el texto; o para
la Estética de la recepción, el lector era el amo y señor del hecho literario.
Sin
embargo, el Materialismo Filosófico como Teoría de la Literatura adjunta un
material más: el intérprete. Y sin anular al resto, los adhiere y analiza de
manera “circularista”, esto es, organizando los sistemas como multiplicidades
de elementos relacionados entre sí, según su orden circular, donde por ejemplo
los efectos pueden desempeñar la función de causas. El tema, sin duda, da para
más.
Desde la Región
Lambayeque, existe un acercamiento y una curiosidad por estas nuevas ideas. En
la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, ya se puede escuchar en clase a
profesores como Mario Sabogal utilizar términos propios de esta teoría; también
a Milton Manayay, compartiendo enlaces de conferencias del profesor Jesús G.
Maestro a través de su red social. Por mi parte, tengo un grupo con el que me
reúno periódicamente para conversar de estos planteamientos, por lo demás
polémicos y creadores de divisiones en varios puntos, pero que ya no se pueden
tapar ni dejar de lado por el rigor y la potencia de las ideas que “Crítica de
la razón literaria” vierte en todos sus análisis.
Comparte obras de Jesus Maestro y Gustavo Bueno. Mi correo williambick123@gmail.com
ResponderEliminarBuenas noches
ResponderEliminarMe gustaría leer algún extracto de sus obras, pues me parecen muy teóricas, epistemológicas, y no sé si el cumplirán con la parte práctica o interpretativa que busco.
Muchas gracias por su generosidad.
Reciba un cordial saludo, Iria Piñón Villar
Le agradecería mucho que me enviara esos extractos, si no le importa:
ResponderEliminarmjg2y1efHktcN0vdn4RX@gmail.com