martes, 13 de septiembre de 2011

"La cursilería perfecta de Benedetti" - POR: César Boyd Brenis - DIARIO "LA INDUSTRIA" (13 DE SETIEMBRE DE 2011)



En general, a los poetas siempre los han relacionado con el amor. Es una correspondencia tan arraigada que hasta pudiera pensar que, ciertamente, el primer escrito de cualquier poeta del mundo siempre ha sido de ese tema. Pero valgan verdades, del amor al acto cursi hay sólo un paso.

De ello hay muchos ejemplos histriónicos. Sólo basta con recordar aquel comercial de una conocida marca de bebidas gaseosas cuya frase era: “las cosas como son”, para entender esto. Ahí se revelaba las comunes muestras de cursilería que el ser humano puede llegar a hacer. Sin duda, el amor hace respirar locuras.

En la poesía latinoamericana, amor y Benedetti son casi sinónimos. Y no han sido pocos los que han tildado al poeta Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia de ser cursi. Este uruguayo, nacido el 14 de setiembre de 1920, ha proclamado al amor como la materia prima más perfecta para poetizar.

El amor, como refería él, es un elemento tan relacionado con lo cursi que es difícil desligarlo. Tanto es así que si se le separa, las palabras sonarían con esa frialdad polar que ningún verdadero poema de amor podría tener. Sin embargo, Benedetti aparta muy bien la cursilería de adolescentes con la forma estética de apropiarse del sentimiento más humano que tenemos. Eso lo hace único.

Él aplicaba una fórmula encendida en cada frase que pareciera quemar la letra. Así tenemos: “Es una lástima que no estés conmigo / cuando miro el reloj y son las cinco / y soy una manija que calcula intereses / o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas”.

En las dos primeras líneas, pareciera increpar a la cotidianidad, a la soledad y al tiempo de espera, asuntos que podrían resultar “cursis”. Pero aquí lo cotidiano de mirar la hora, junto al lamento por la ausencia, se abre espacio en esas dos metáforas perfectas que le siguen y que le imprimen el más profundo impulso poético. Eso mismo se puede apreciar en los siguientes versos: “Puedes querer el alba / cuando ames. / Puedes / venir a reclamarte como eras. / He conservado intacto tu paisaje. / Lo dejaré en tus manos / cuando éstas lleguen, como siempre, / anunciándote”.

Por otro lado, solamente a Benedetti se le hubiese ocurrido colocar al nombre de un poemario “Te quiero” (1956) y no sonar cursi. Su legión de libros de distintos géneros (cuento, drama, novela, poesía, ensayo y hasta discografía) tienen el sabor especial de un sabio amoroso, de un personaje cuya sonrisa prístina de la mañana sólo es de amor.

Mario Benedetti murió, anciano y feliz, el 17 de mayo de 2009. Y qué mejor que un verso para sentenciar su presencia perenne: “No existe un puente para cruzar el cielo”. Pero él lo cruzó y ya es un hecho, pues la música de su voz se queda en el cielo y, la de sus libros, en cada uno de nosotros.

jueves, 8 de septiembre de 2011

"Arguedas, una consigna y un hecho" - POR: César Boyd Brenis - DIARIO "LA INDUSTRIA" (8 DE SETIEMBRE DE 2011)

No es una coincidencia, pero después de cien años Arguedas y Machu Picchu nos han reconciliado un poco más con la historia y las tradiciones de nuestro suelo patrio. Es una ocasión de júbilo y anhelo. José María Arguedas ha representado loablemente una corriente en la cual nos reflejamos todas las sangres, para pensar como peruanos y en peruano.


Nacer en Andahuaylas fue un hecho cargado de azar; sin embargo, el alimento cultural con el cual se nutrió y en el que se asentó su pluma, es legítimamente un suceso conciente, ensamblado de experiencias sociales, estudio y amor por cada identidad y cada emblema que conforma la suma de todas las diversidades.


La fecha de su nacimiento coincidió con la del gran poeta Rubén Darío (18 de enero), pero en años distintos. Y nació con Ernesto Sábato el mismo 1911, como encontrándose dos luchadores sociales en una misma historia de poderes y fracasos.


Como todo seguidor del arte musical, sus estudios antropológicos acerca de los ritmos andinos lo mantienen en la cúspide de la seriedad investigativa, y lo reconocen como padre y promotor de la revaloración del arte nativo y del ande. No obstante, su labor no es muy conocida en dicha rama, pues la literatura se colocó en el eje de su accionar intelectual, y sus novelas y sus cuentos son la gran herencia que legó al país, no quitando de sus obras ese aroma a música de cada palabra realista, profunda y comprometida.


Alguna vez, Arguedas recordó en sus escritos que los años más felices de su vida se dieron al lado de dos campesinos, quienes eran sus compañeros de faenas agrícolas en la hacienda Viseca cerca a San Juan de Lucanas. Ese hecho, inyectado de una valoración absoluta por su gente, podría ser el testimonio más humano de su biografía.


Las circunstancias familiares que lo rodearon no fueron nada agradables. El destino lo dejó huérfano de madre a los dos años de edad y lo ligó con una madrastra conflictiva. Eso fue lo que lo condujo a ver a la gente del campo como los hermanos sustitutos que en el fondo eran, realmente.


Además, un hermano de sangre llamado Arístides siempre lo acompañó en sus peripecias. Así como cuando se escaparon de la casa donde su padre los había llevado a vivir junto a su madrastra y hermanastro, personas de crueldad luciferina. De esa forma, en un acto de valentía y atrevimiento, los jovencitos José María y Arístides fugaron hacia la hacienda de su tío, quien los acogió con alegría.


Todos aquellos hechos de increíble crueldad que Arguedas vivió, fueron reflejados en sus obras, pero siempre dibujados con otro rostro y con tónica literaria; ayudado por la palabra, castigó y corrigió cualquier maltrato y asimiló con valentía su lucha interna y sus traumas que no lo desligaban de su profunda herida de infancia.


Esa misma herida, ese mismo abandono y olvido, tuvo que ser subsanado por el Arguedas que libró todas las batallas y salió victorioso. Trajo consigo el amor propio que ningún hombre de esta tierra lo pueden obligar a perder, y se acaloró con el sentir andino para cabalgar en las prosas legendarias de los campos y las plantaciones.


José María cumple 100 años y no se le concedió el privilegio de reconocer dicho acontecimiento colocando al 2011 como “Año del Centenario de José María Arguedas”, y sí, según se dijo que para evitar la mención de nombres, se le puso “Año del centenario de Machu Picchu para el mundo”.


Y ante este dilema, hasta me da por pensar que ni siquiera el constructor de las ruinas, ni el arqueólogo descubridor, ni el ancestro andino del que decidió darle aquel nombre al 2011, hubiese estado de acuerdo; pero las reivindicaciones se darán tarde o temprano. Ahora es el tiempo exacto para releer a Arguedas y respirar su mismo aire en cada rincón del Perú.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Entrevista a César Boyd Brenis - POR: Gerardo Carrillo


Hace varias semanas, el periodista Gerardo Carrillo se comunicó conmigo a través de Facebook para que le concediera una entrevista. Después de publicada en www.locheros.com, nos encontramos de casualidad por una calle de Chiclayo y nos reconocimos a pesar de nunca antes habernos visto personalmente. Te agradezco, Gerardo, por la gentileza de haberme elegido y por tus palabras de presentación. Yo entiendo que una entrevista muchas veces es una fotografía del momento en que uno vive. Tal vez muchas de las respuestas cambien con los años, pero lo que no cambiará es la sinceridad al contestarlas. Aquí los dejo con esta aventura.



Poetas lambayecanos: César Boyd Brenis



¿Qué es la poesía?


No creo poder definirla, ni lejanamente. Aunque detrás de la pregunta se esconden muchos misterios, y pensar en esos misterios resulta excitante, tanto como indagación, como aprendizaje del mundo interno, como curiosidad humana; más no como condición necesaria para que exista y alcance a los seres humanos. Por lo tanto, el testimonio más próximo de Poesía se encuentra en los que la escriben, en sus obras más antiguas y más nuevas, en la relación con sus conductas creativas y sus desparpajos. En todo ello es donde uno almacena indicios de algo que está allí, simplemente. A partir de esto, podemos darnos una idea de Poesía, tal vez una idea variante y oscilante, o hasta ininteligible.


¿Quién es un poeta?


Es un ser humano normal, aunque a veces no lo parezca. Conozco a muchos poetas interesantísimos en su forma de vivir o de actuar. Pero conozco también gente increíble en su vida —y en su forma de morir lentamente— que no ha escrito ni escribirá nunca un poema. No creo que el poeta tenga ciertas maneras características de vida, en el sentido práctico de la palabra. Más bien, en el sentido onírico, muchos a veces deliramos y nos creemos grandes cantantes, grandes mafiosos o grandes poetas. Dejemos que cada uno crea su mito: es divertido. Por mi parte, ser ingeniero agrícola o ser poeta me causan la misma sensación: sólo referencias.


¿Quién eres tú?


Siempre cuando he pensado en esa pregunta —que es una interrogante ontológica y, por ende, complejísima—, caigo en contradicciones hermosas, las cuales me hacen ver tan ignorante y tan feliz. Por ejemplo, si respondo a dicha pregunta diciendo que soy un hombre, se me puede estropear la respuesta increpándome a mí mismo que la pregunta no ha sido “¿cuál es tu género-especie?”. O, por otro lado, si contesto como un creyente y digo “soy hijo de Dios”; eso también me crea una dificultad cuando me corrijo diciendo que la pregunta no ha sido “¿quién es tu Padre?” (con “P” mayúscula). Y así, con cada respuesta que se dé, siempre hay algo con lo cual uno se enfrenta. Con todo ello, creo más bien que la trampa está en la pregunta misma, pues a priori se sabe que es imposible contestarla, dado que todos los que pueden formularla —es decir, los seres humanos— tenemos mucho en común, y esas semejanzas rompen cualquier lógica del ser en sí, porque querámoslo o no, nos parecemos tanto, pero tanto, que puede resultar hasta soberbio contestarla, aunque válido como punto de partida para una conversación.


¿En qué momento del día prefieres escribir?


No hay momento preferido: cuando viene el vendaval, hay que asumirlo.


¿Cómo describirías tu poesía?


Mi poesía intenta abarcar muchas temáticas, por lo cual puedo decir que es “diversa”. Y en el sentido de su fuerza discursiva, puedo expresar con sinceridad que muchos de los poemas de mis libros no me gustan, por lo cual diría que parte de ella es “poco atractiva”. Sin embargo, otras creaciones creo que han logrado algo que yo estaba buscando: la profundidad y la sencillez.


¿Qué es lo que más sueles observar?


Los pies femeninos.


¿En qué piensas constantemente?


En cómo digo las cosas al hablar.


¿A qué le temes? ¿Le temes a la muerte?


Le temo a la gente. Y antes le temía a la forma de morir, pero ya no.


¿Crees en Dios o en alguna fuerza superior creadora?


Sí, indudablemente.


¿Crees en la resurrección, la reencarnación o en cualquier otra forma de continuar tu existencia después de esta vida?


Sí.


¿Quiénes son tus influencias?


Me imagino que te refieres a influencias literarias. Y, pues, creo que aún no se agotan, siempre vienen nuevos autores para refrescarme el pensamiento. Y, por el contrario, autores que creí de gran influencia en mí, ya no los leo con tanta devoción. Es difícil determinar las influencias, mejor eso se lo dejo a los críticos.


¿Quiénes son tus escritores y filósofos favoritos?


Me gustan los pensamientos enrevesados de Sartre y de Pessoa. También me gusta la sencillez de Saramago para contar grandes historias. En fin, me gustan Leopoldo María Panero, Derek Walcott, Charles Bukowski, entre otros. Con respecto a los filósofos, no tengo favoritos; pues desde los presocráticos hasta los postmodernistas, todos parecen una sola masa importante para la formación de las ideologías y las conductas, ayudando siempre al hombre en reponerse de su insignificancia, sin conseguirlo.


¿Y a quiénes prefieres en música, cine, pintura u otra arte?

Cada vez que escucho “Claro de luna” de Beethoven, lloro. No sé si lo prefiero a él o a Vivaldi. Pues Vivaldi y sus “Cuatro estaciones” me hacen recordar mucho a mi niñez, que es la etapa de mi vida en donde encuentro más alegría, y en donde recuerdo a mi abuelo escuchando todo el tiempo a este maestro veneciano. ¡Hermosos momentos! Por otro lado, en el cine, Spielberg es el gran maestro, pues cuando trato de discernir su lenguaje cinematográfico, me topo con cada acertijo y con cada enlace de escenas —todo tan bien hecho— que sin duda alguna uno podría estar al verlo frente a un genio total. En la pintura, me atrae mucho Van Gogh: su forma de combinar los colores y la textura de sus pinceladas es sorprendente; eso pude notarlo en una página Web destina a este genio de la pintura en donde se te facilitaba un sistema que simula una lupa, con el fin de ver hasta el mínimo detalle de su obra. Me quedé estupefacto. Y admiro mucho lo que hace Kseniya Simonova, una de las pocas representantes del llamado “arte en la arena”. Ella tiene trabajos excepcionales y emocionantes. Sin duda, el arte se abre paso día a día con nuevas manifestaciones, y eso no termina jamás.


¿A quiénes lees actualmente?


En este momento, leo temas de crítica y apreciación del arte, y a Lao-Tsé.


¿A quiénes relees?


Pessoa, Bukowski, Böll…


¿Quiénes son los mejores poetas y escritores en la historia de Lambayeque?


Lambayeque tiene más tradición de poetas que de escritores (narradores), por ello me quedaría con cinco poetas: Lora y Lora, Delgado Bravo, Nicanor de la Fuente, Ramírez Ruiz y Ernesto Zumarán.


¿Cuál es el nivel actual de la poesía local?


El arte poético en la región está intentando abrirse camino. Digamos que, los menores de 35 años, tenemos una regularidad que debe seguir su marcha, hasta alcanzar algo de luz.


¿Qué opinas sobre la actividad cultural en Lambayeque?


Es muy activa. Pero lo que falta creo que es el público. Siempre se cuenta con poco público. Y aunque ya no debe sorprender, uno anhela que la participación de las personas sea más comprometida.


¿Te identificas o coincides con las ideas de algún político o partido?


No.


¿Crees que el poeta debe permanecer en su acción creadora o participar también ante los problemas de su sociedad?


Todos los seres humanos siempre participan en los problemas de su sociedad, aunque no lo sientan de ese modo o no lo formalicen. Se participa desde que alguien reclama a Electronorte por un excesivo costo del recibo de luz, o por el alza del azúcar o por cualquier situación similar. Se participa desde que se le reclama a un taxista por aprovecharse de cobrar mucho más de lo debido. Se participa reclamando, a veces tirando huevos o tomates desde una multitud, a cualquier político por no cumplir lo prometido. Incluso, en caso extremo, se participa no participando. Como se verá, los problemas de la sociedad no sólo están en lo que uno puede escribir sino en lo que uno vive diariamente. Es desde ahí donde cualquier ser humano, incluido el artista de cualquier índole, se desarrolla y se abre paso. Claro que otro asunto es entrar a política y sistematizar una participación haciendo leyes u obras. Eso depende de cada uno, y no es nada despreciable; pues si no abría políticos, ¿quién haría ese trabajo? Siempre hay alguien a quien se le debe reclamar, y por supuesto que no nos hace ningún favor, pues se le paga por ello. En ese aspecto, el poeta tiene la libertad de accionar o no en el campo político. Sin embargo, los temas de la creación pueden ir por otro lado que no sea exclusivamente el reclamo, la pugna o la fiscalización social. Como ya lo refirió Eduardo Galeano, más vale leer una buena novela de aventuras que una pésima novela de huelgas. En fin, creo que la gran novela de huelgas aún no se ha escrito, pero puede hacerse. Y si no se hace, igual; pues las luchas sociales y vivenciales siempre continuarán. ¡A seguir nomás!




FUENTE: http://www.locheros.com/culturayocio/id/27/entrevistas-a-poetas-lambayecanos-cesar-boyd