viernes, 16 de diciembre de 2011

"La Internet versus la biblioteca" - Por César Boyd Brenis - Diario "La Industria" (15/12/11)



Padres, no se engañen: no es lo mismo. Desde la aparición de Internet —como supuesto instrumento omnisciente— lo que ha sucedido en la educación no es un hecho de “reemplazo”, ni un cambio de variable algebraica (Internet por biblioteca); sino más bien, se ha llevado a cabo la institución de un conjunto de creencias que la tecnología ayuda a imponer y las expectativas humanas quieren agudizar.

La creencia que la tecnología mejora el aprendizaje no es cierta en su totalidad. Si Internet facilita los negocios —incluido el triste negocio de la educación—, no está siendo efectivo tal como se había esperado con la labor de enseñanza-aprendizaje, sino más bien está llevando a los estudiantes a senderos peligrosos: el plagio (la actividad de copiar-pegar tal cual se encuentra un texto), el escamoteo (extraer varios párrafos de diferentes trabajos intelectuales y presentarlos como suyos), el vicio tecnológico y, por último, el acto de “hacer el mayor esfuerzo en no hacer ningún esfuerzo”, como lo describiría el polígrafo Marco Aurelio Denegri.

No hay dicho popular más aplicado a este problema como el siguiente: “Internet te facilita todo” (otra creencia arraigada). Pero la educación no debe “facilitar” tan abiertamente en el sentido ocioso de la palabra. Pues el proceso de aprender es un camino arduo, agotador, donde se necesita concentración, entrega e inclusive amor. El fin último de la educación es crear ideas, superar complicaciones, formar personas de bien; y esto se consigue con esfuerzo y pasión, no con rapidez y embotamiento.

Las bibliotecas dan, hasta ahora y sin reemplazo, una mejor idea de lo que es la “dificultad” del aprendizaje, que conlleva al estudiante a la satisfacción de haber hecho un buen trabajo, a sentirse orgulloso de él mismo por haber superado un agotamiento que, en el fondo, es también un aprendizaje del buen carácter y de su función como ser humano en camino a su madurez, en tanto ayude a fortalecer el ideal de vida, de aquella vida dura pero susceptible de ser asumida y superada.

¿Por qué la biblioteca supera a Internet? A parte de agotar las vistas —al pasar horas frente a los dañinos rayos de la computadora—, este instrumento de la modernidad está plagado de errores ortográficos, de sintaxis terroríficas, de anzuelos peligrosos. Estos últimos podrían justificar, indiscutiblemente, la supervisión imperecedera de algún tutor que siempre acompañe a los alumnos a utilizar los beneficios de este instrumento, como lo es el correo electrónico para el envío de trabajos, el Facebook para compartir intereses y pensamientos, el Wikipedia, entre otros.

La biblioteca es y será siempre el lugar que representa el estudio por excelencia, es un ambiente de silencio, es un reducto colectivo donde uno hace de la investigación un ritual compartido con todos los que la pisan; pues, implícitamente, se sabe que las personas que se dan cita a esas casas del saber, son seres sociales que desean compartir el interés por los libros, por la cultura, por la buena “dieta” diaria de lectura.

La manipulación de los libros, el abrirlos, deshojarlos, olerlos, remarcarlos, ficharlos, saborearlos, todo ello es una misa divina de la paz y el estudio, no comparada jamás con la abundancia escalofriante de Internet, que promueve el empacho informativo y genera la falta del esfuerzo necesario para saberse estudiante eficiente.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Algunos textos del poemario "Persistencia del alarido" (2010) - De César Boyd Brenis

Utopía del vuelo

En el bosque
y en otras atmósferas de ansia,
pero especialmente en el bosque,
el aleteo del ave se ha vuelto dócil
como una garúa naciente:
ella desciende sin gorjeos,
sin distinciones, como otra garúa del ser.

La sangre gotea sin el fulgor de las ofrendas
desde sus alas entorpecidas
y su voltereta máxima de muerte.

El aleteo del ave es necio
entre las ramas que sueltan latigazos,
entre los vientos
que matan el honor.

Luego, no se ve más a la redonda
que una simple estela imaginaria
y un pensamiento regresivo.

Nunca se sabe de dónde viene la bala
que la derriba,
que la reconstruye en el aire
como un poema difícil,
sólo entre agujeros clandestinos, un poeta
arregla la muerte
cuando la sangre de diferentes tiempos
señala predilectos condenados.


Último aliento de un gigante

Ah, nunca me gustó el sol,
quiero decir
que así imagino al sol condenado
a un trecho final:
un gas tortuoso se le desgaja
como la epidermis de los magos negros
y apunta a las legiones de sequedad
y brillo
como la partida de una aventura de globo
hacia su descomunal cementerio.

Mas sigue intacto.
Sigue horrible.

Ah, el sol
Con su mitad de ruina y su mitad de reino
arderá prolífico
como el tiempo que cumple en un conjuro solitario,
su fuego indiferente de sí mismo;
y para mí que concierto la jugada,
que imagino la fecha de las posibilidades,
sólo es un linaje cósmico que no se resuelve
porque la perfección consiste
en tumbarse el equilibrio.


Autopacto

Lo contrario de arreglármelas solo
es estar más solo
en el indudable cuerpo de un nombre propio.

El fracaso fue pactar cerrar los ojos,
llegar al cuerpo,
adherirme.

Ahora, para justificar mi marcha,
ausculto un remoto favor de ser de alguien
y una identidad me es permitida.

Tengo que buscarme en las preferencias ajenas,
en mis soledades restantes
para permanecer en algún lado

(en cualquier paz muy intentada)

con la ceguera de estar detenido,
con la visión de llamarme algo.


Crimen concedido

Tu ventaja es que no estás en mis sueños
para poder matarte:
apareces siempre tan cerca de lo permitido.

Mi búsqueda se basa en soñarme solo,
en no ensuciar mi mano que te espera.

Ah, no puedo fracasar despierto
ni despertar sin nada:

Debo asignarte una pesadilla
y deslizarme insomne hasta pasar los ojos
por lo desangrado
y quedarme inmóvil como en el peor sueño,
donde mi ira te inventa,
te mantiene lista,
para que tu perdición purifique
estas paredes de nada y de tiempo,
esta cortina de sangre y ausencia.

domingo, 11 de diciembre de 2011

"Las respuestas del fanatismo" - POR: César Boyd Brenis - Diario "La Industria" (11/12/11)

Hace mucho tiempo que el Perú ya no es un país de mundiales de fútbol. Más bien, muy a su pesar, se ha convertido en un territorio de guerra deportiva, en donde el conflicto central está en los estadios y en donde la piedad es una palabra borrada del mapa (del mismo mapa que nos pertenece a todos).

Este ambiente bélico, instituido a gritos y en romance báquico, tiene como protagonista a un personaje ficcional, cuyo heroísmo es sobrevalorado por su propia conciencia, y cuyo estandarte lo identifica como fiel escudero de un club real-maravilloso. El protagonista es el fanático, un ser emocionalmente abstraído, un tenor de haylli militar, un compositor de su propia perdición.

No hay fanatismo sin enemigos, y no hay enemigos sin demarcaciones. Entonces, estos protagonistas se van creando fronteras cercadas por colores definitivos, por rondas urbano-belicosas, por armas blancas y del matiz de la muerte. Por mi parte, como fanático retirado y un observador pacifista, siempre me pregunté por qué ser hincha colinda con un extremismo religioso, fundamentalista y suicida. Todavía trato de buscar respuestas, aún cuando yo mismo he caído en la trampa del tumulto, que sin lugar a dudas, es la trampa más justificada de todas: “perdonen la tristeza”, diría Vallejo.

De esa forma, en todas las edades de la vida, pero especialmente en la adolescencia, casi todas las personas se aferran a una camiseta que les “devuelve una emoción”, pero que en el fondo, dicha emoción nunca fue devuelta, porque nunca se liberó de uno mismo, pues solamente dio una rotación en la única trayectoria conocida: la del propio pensamiento, donde se mantuvo acalorada en el cuerpo demencial. Así, en una tribuna abarrotada de cantarines bajos, no se mostraría nada más que individuos aislados y juntos a la vez, cantándole a un dios que no existe y a un cristo sin profecía ni promesa.

Por otro lado, de acuerdo con la frase “el fanatismo es la fantasía sexual más lograda”, tendremos que adjuntar que el tope de dicha fantasía es interminable, es un infinito arraigado, un crucero de amor que no llega a puerto. Así, el fanatismo tiene tormentas oscuras. Una de ellas es el odio a lo distinto, a lo que no comulga con su propia expresión de la realidad. Esto desencadena bien en la frase “El caos es el elemento del fanático”, ya que la reacción siempre será un constante desequilibrio, pues fundamenta y perpetúa la mal llevada rebeldía. Sin embargo, el caos —como el desparpajo de la mente— y el odio —como respuesta coherente con la desdicha— son dos efervescencias muy humanas que hay que saber educar y sobrellevar.

¿Por qué en los estadios la muerte es el límite? Existe una creencia casi inconsciente e impenetrable en un mundo enfermo, y es que el amor que todos los seres humanos queremos y deseamos se consigue con sangre, con la lucha concreta que alguien inventa en una mañana inspirada o alguien recoge de una sociedad terrible. Este amor paga su entrada, sube a la tribuna, canta por horas, celebra los goles, lanza las piedras y, cuando se vuelve a su casa, suspira, porque cree que hizo bien, cree que el amor se forma con sus propias manos, equivocada y desesperadamente.

"El celular, ¿qué es?" - POR: César Boyd Brenis - Diario "La Industria" (10/12/11)

No es lo que creemos. A simple vista, la pregunta podría parecer superficial, no despertaría dudas en nadie que se la formule y, deliberándola, hasta se podría pensar en un simple contenido semántico que el diccionario solucionaría. Sin embargo, en ella se esconde una de las incógnitas más enigmáticas de la naturaleza del ser. Pues el celular constituye un instrumento digital del cual sabemos cada vez menos en tanto más se amplían sus cualidades y sus usos.

¿Es una minicomputadora?, ¿un intercomunicador?, ¿un simple circuito? Pues no. Obviamente, una computadora (por más “mini” que sea) es siempre una computadora (otro enigma ontológico). ¿Un circuito? Pues sí y no, ya que un circuito es también una instalación eléctrica casera, así que sería insuficiente para definir al celular. Dado esto, a veces la historia ayuda a saber la naturaleza de los objetos viendo las circunstancias y/o las finalidades con que se creó.

El dato más lejano de la telefonía celular lo tenemos en el año 1973, en el que Martin Cooper se convertiría en el pionero de este invento revolucionario, del cual ya no se puede prescindir en ninguna esfera de la sociedad, por la importancia que ha adquirido en los negocios, en las relaciones sociales y hasta sentimentales. Su utilización influye directamente con la vida humana. Pero ¿qué es, esencialmente, el celular?

A todo esto se ha unido un sinfín de frases y bromas que van de boca en boca, calándose en la sociedad; tales como: “me compré un celular con sala-comedor y baño incluido”, llegando algún día tal vez a hablarse de un celular-casa. Pero, fuera de la ironía, todo este asunto quizá se relacione con un problema del lenguaje mismo o, tal vez, con un enigma filosófico.

Para irrumpir en la incógnita del “ser” del celular, nos tendríamos que colocar en un escenario muy particular. Tomaré una frase de Jean-Paul Sartre para poder dar cabida a lo que me propongo: “La existencia precede a la esencia”. Por esta afirmación, los entes (seres) no serían nada, esencialmente, antes de existir. Es decir, cuando el ente ya existe es que se va haciendo en el camino y, en general, nunca termina de hacerse hasta que deja de existir, es decir, hasta que fenece: su esencia está en su muerte. Cabe destacar que Sartre sólo ponía al ser humano como existente, por ser el único con conciencia de vida. Pues para él, por ejemplo, la piedra no existía.

A pesar de ello, me pareció pertinente aplicar al celular la interesante frase de dicho filósofo francés, ya que este aparato nunca termina de ser algo fijo, siempre está contradiciéndose y ampliándose. En esencia, el celular será “algo” cuando ya no exista, cuando esté concluido su ser. Sin embargo, si nos ponemos escépticos, ¿alguna vez existió el celular? Lo que utilizábamos en un tiempo sólo para hablar con otro, luego para escribir mensajes, luego para sacar información de Wikipedia, etc., ¿cuándo terminará?

Por otro lado, podríamos pensar que es un juego del lenguaje, tal como el maestro Luis Jaime Cisneros refería a sus alumnos: “Hemos sufrido con el problema del verbo al escuchar que es lo que refiere directamente a la acción. Pero lo que refiere directamente a la acción es la palabra “acción”, y, ésta, no es un verbo”. El lenguaje puede tener esos despistes. ¿Y qué hacer? Tener cuidado con él, tratarlo con estima y recelo, con cordura y escepticismo. Pero es el único instrumento que tenemos los seres humanos para el análisis de este tipo, exista o no el celular en este mundo tecnologizado.

Tal vez en el fondo, todo lo que el ser humano inventa es potencialmente existente y esencialmente circunstancial. En esta sociedad, las máquinas, las súper computadoras, los celulares hipermodernos, todo ello tiene algo que ni el lenguaje completa: lo inacabable.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

"Gestación íntima de Estética de las revelaciones” - Discurso de César Boyd en la presentación del libro de Cromwell Castillo- Diario LA INDUSTRIA



La universidad la estudié por las mañanas. En ocasiones, luego de mis clases, me iba a casa de Pierre para conversar de poesía, en donde su madre —caritativa con un estudiante hambriento— me ofrecía deliciosos almuerzos. Cierto día, él me compartió dos poemas en una hoja arrugada. Después de leerlos, dije una de las frases más parodiadas dentro de la intimidad del grupo Signos: ¡Es lo mejor que te he leído!


Cromwell me había dado a leer dos poemas del segmento “Agua”, y para mí, efectivamente, era la dicha entera poder apreciar lo que después serviría, en palabras del mismo autor, como base para forjar un poemario con los cuatro elementos de la naturaleza. Elementos que, dentro de la concepción presocrática del mundo, eran lo que constituía a todo lo existente: el agua, el aire, la tierra y el fuego.


Yo estaba presenciando el germen de “Estética de las revelaciones” en esos dos poemas que aprecié aquella tarde con una atrevida emoción. Y pasaron a ser después —ya completos los diez textos— catalogados por el poeta Jimmy Marroquín como el mejor poema-libro que había leído en su vida, dentro de la poesía del nuevo siglo.


Eran tiempos de incipiente juventud. Corría la mitad del año 2006 y planeábamos recién, con los demás compañeros Ronald Calle y José Abad, publicar lo que después sería “Signos”, nuestro primer poemario colectivo. Cromwell ya se había retirado de la carrera de Historia y Filosofía, pero eso no fue impedimento para planear un viaje, con todos los gastos pagados, a Cajamarca, donde se llevaría a cabo el congreso de educación en ese estupendo año de 2006.


La poesía no puede gestarse sin musas. Y fue justamente en Cajamarca en donde Cromwell logró hacer suspirar a innumerables mujeres con los versos de Agua o de otro poemario que también adquirió una parodia interesante dentro del grupo. Me refiero a Brevedad, cuyo título tomamos para relacionarlo, en pura broma, a su duración en los procesos amatorios.


Otro de los viajes que el recuerdo alcanza fue a Trujillo. Después del recital organizado por el Grupo Legión, conoceríamos a una amiga que lanzaría una frase memorable en pleno centro de la Ciudad de la Eterna Primavera: “ese gordito mueve bien la pluma”. Sentencia espectacular dentro del compartir íntimo, que ampliaría nuestro anecdotario y alegraría nuestras reuniones internas.


Sin embargo, en la cabeza de Cromwell se seguía formando la idea de ese libro total, y fueron sin duda los distintos viajes con el grupo lo que le iba alimentando el verbo, acompañados de las lecturas que hacía de nuestros amigos poetas contemporáneos, los cuales siempre se mostraron respetuosos de la poesía del autor de “Estéticas de las revelaciones”.


Como se puede apreciar, es difícil separar la constitución de un poemario de los avatares del grupo en donde el autor es parte. Las lecturas compartidas, los libros descubiertos, las conversaciones endiabladas, las críticas lacrimógenas, los autores gigantescos, las comparaciones inevitables, todo ello estuvo presente dentro de un funcionamiento colectivo que el grupo dio y sigue dando. Cromwell tiene la poesía que razona, que elabora conceptos, tal vez por ello es esperanzadora, porque los conceptos crean la realidad, y los nuevos mundos que trae el libro suavizan la dura gracia de vivir.

martes, 25 de octubre de 2011

"De lo profano y lo inédito" (2008) - Drama premiado en el Concurso Regional "Nueva Dramaturgia Lambayecana".




DE LO PROFANO Y LO INÉDITO


(César Boyd Brenis)







ACTO PRIMERO


Escena I



(Sentados, el poeta y el doctor esperan el inicio de un acto público, en las instalaciones de la Municipalidad de Ferreñafe, en honor a Lázaro Benavides, autor de numerosas marineras y valses reconocidos a nivel nacional. Auditorio casi abarrotado. Fotografías en las paredes de todos los personajes célebres de Ferreñafe. La mesa de honor llena de flores amarillas, por la marinera que hubo de darle méritos a Lázaro: “Flores Amarillas”).

POETA (pierna cruzada, manos juntas): Muy admirable estar a punto de presenciar el reconocimiento de un sujeto con poco talento.
DOCTOR (mirando alrededor): No hables fuerte, poeta, su familia está adelante, y además no es tan ético…
POETA (cruzando la otra pierna): ¿Y será ético que haya hecho lo que hizo?
DOCTOR: Pero es ganador de muchos concursos…
POETA (interrumpiendo): Sí, premios numerosos dados en honor a composiciones que él no escribía. (Pensando un momento en lo que iba a decir) Cómo es la vida, a los que realmente se lo merecen ni siquiera los conocen y encima mueren en la pobreza, y ahora este hombrecito viene recibiendo condecoraciones en Lima, Trujillo y Chiclayo; y está en todos los diarios.
DOCTOR: Se habla mucho de ese tema, pero puede ser un mito, tú sabes muy bien cómo es Ferreñafe, una ciudad exagerada, y muchas veces, chismosa.
POETA (calmándose): El chisme es otro asunto, doctor, simplemente es la repartición de la noticia a velocidades extremas.
DOCTOR: En fin, tú defines bien lo que es un chisme, pero no te olvides de lo que los muchachos llaman “teléfono malogrado”…
POETA: Bueno, esa es la noticia en constante mutación, pero “cuando el río suena…”


(Entra “el brujo”, amigo de ambos).

BRUJO: Escuché la palabra “chisme” por aquí. ¿Cómo están?
POETA: Chismeando del premiado.
BRUJO: Ah, ah, caramba, no se habla de otra cosa. Ayer estuve haciendo un trabajo en mi “laboratorio” y me enteré de la ceremonia de hoy; y también en el colegio, los profesores me chismeaban de Lázaro y sus marineras plagiadas.
DOCTOR: No son plagiadas. Se dice que varios autores le regalaban las letras de sus canciones y Lázaro, en sus viajes a Lima, las hacía famosas. Incluso cuando viajó al extranjero enviaba por correspondencia algunos valses que luego terminaban haciéndose conocidos. En fin, uno de esos autores es justamente el abuelo del poeta, ya fallecido hace muchos años.
BRUJO: Ah, Ah, caramba, ¿tú abuelo también ha sido poeta?
POETA: Algo así, pero ese no es el asunto. (Se acomoda el cabello. Rostro triste) Existe mucha injusticia en todo esto.
DOCTOR: Tú aún eres joven, debes saber que en la vida uno no siempre tiene lo que se merece, ni por el lado del bien, ni por el lado del mal.
POETA: No soy tan joven, doctor, pero ya no se puede hacer nada. Además, ni siquiera mi propio abuelo quiso reclamar la autoría de las canciones, entonces qué puedo hacer yo, se armaría un lío muy grande conociendo que la familia de Lázaro y la de mi abuelo están emparentadas.
BRUJO: Ah, ah, caramba, eso hace más alarmante el asunto. ¿Y cuáles son las canciones plagiadas? Quiero decir… tú me entiendes…
POETA: La más conocida es “Fiesta”, una marinera cantada por la propia Eva Ayllón por todos los sitios a donde va.
BRUJO: Con los nombres soy muy malo, mejor cántamela un poquito.
POETA (acercándose al brujo): Escucha. (Canta a gran velocidad).
No tengo alma, señores, / vivo y siento con el cuerpo, / rezo y ando casi muerto / lo que regresan los dolores. / Pido tus besos con canciones, / uno a uno de tu boca, / cantas, María, y me provoca / robarte los corazones. / Y en la fiesta donde cantas…etc.
BRUJO: Ah, ah, caramba, es muy conocida, sí la he oído.
POETA (recostándose de nuevo en el respaldar): Tanto como para molestarse.
DOCTOR (fastidiado): ¿A qué hora comienza este asunto?
POETA (voz fuerte): Hora peruana, doctor, o lo que es peor: ¡hora ferreñafana!
BRUJO (sonriendo): Sólo lo esperan a él…
POETA (sonriendo): Pero él no es Godot.
BRUJO (riéndose forzadamente): ¿Quién dices?...
POETA: No importa. (Sonríe).


(Se acomodaron en sus sillones y hubo silencio).




Escena II


(En otra parte del auditorio dos señoras notaron la presencia del poeta).


SEÑORA 1: Mira, ahí está.
SEÑORA 2 (no disimulando al voltear): ¿Quién?
SEÑORA 1: El que te digo.
SEÑORA 2: ¿Dónde?
SEÑORA 1: Con el Doctor Celta.
SEÑORA 2: Ah, ya lo vi. (Silencio) ¿Tú crees qué haga un escándalo?
SEÑORA 1: No… su familia está emparentada con Benavides.
SEÑORA 2: Aunque conociendo su carácter… es de temer. ¿Supiste de la pelea en la tienda de la calle Unión?
SEÑORA 1: Claro… dijo que lo habían estafado con unos materiales (sonriendo burlonamente), trajo a la patrulla y encima amenazó a los policías que si se dejaban sobornar, ya sabían lo que les pasaba…
SEÑORA 2: Dicen que es muy inteligente.
SEÑORA 1: No es para tanto…
SEÑORA 2: Ha ganado todos los concursos de literatura de esta parte del país…
SEÑORA 1: Bueno, lo que se hereda no se hurta, carajo. (Sonrisas).
SEÑORA 2: No es por nada, pero dicen que las canciones de Lázaro no son de él.
SEÑORA 1: Y que era un borrachito de esquina.
SEÑORA 2: Claro pues… todos los cantantes son borrachitos, porque en todas las presentaciones nunca les falta el pisquito o el cañacito.
SEÑORA 1 (moviendo el cuello, negando): Qué bárbaro. (Silencio).
SEÑORA 2: ¿También el abuelo del poeta era borrachito?
SEÑORA 1: Yo creo que sí. Si ha sido cantante…
SEÑORA 2: ¿Y su nieto?
SEÑORA 1: A él lo he visto en el parque tomando con sus amigos.
SEÑORA 2: Este parque de Ferreñafe es un antro, hay hasta fumones.
SEÑORA 1 (moviendo el cuello, negando): Qué bárbaro. (Silencio).
SEÑORA 2: ¿Ya habrá llegado Lázaro?... (Señora 1 sólo hace una seña, negando).



Escena III


(Lázaro en el ambiente contiguo al auditorio con su anfitrión muy amigo de él).

LÁZARO (sentado): No te imaginas, hermano, nos daban cerveza hasta por gusto…
ANFITRIÓN (recostado sobre una mesa): Lima es así… allá se celebra bien…
LÁZARO: Tragos van y tragos vienen, hasta que una fulana me dijo para… ya sabes…
ANFITRIÓN: Son muy liberales por allá…
LÁZARO: El asunto es que me pagaron bien y me retiré, tú sabes, hay que cuidarse…
ANFITRIÓN: ¿Y cuánto cobraste?
LÁZARO: Mucho… por un par de presentaciones.
ANFITRIÓN: ¿Y hasta cuando te quedas en Ferreñafe?
LÁZARO: Hasta exprimir un poco los bolsillos de este pueblo. Necesito para unos gastos extras.
ANFITRIÓN (sonriendo): Así debe ser, sino estamos jodidos.
LÁZARO: ¿Recuerdas la última vez que vine?
ANFITRIÓN: Claro.
LÁZARO: Toda el dinero que recaudé en el Perú fue para pagarle los caprichos a una mujercita. Estaba buena. Le compré un departamento en Europa para visitarla, hasta que se enteró mi mujer y tuve que dejarla, aunque a veces nos encontramos a escondidas, pero cada vez menos.
ANFITRIÓN: ¿Y las borracheras?
LÁZARO: En Europa el trago es caro, al menos si quieres tomar un buen licor, y tú sabes mi debilidad con esas cositas.
ANFITRIÓN (sacando una botella de güisqui de un cajón y sirviéndolo en dos vasos): Entonces no me rechazarás estas vueltas.
LÁZARO (sonriendo): Por favor, cierra la puerta. (El anfitrión cerró la puerta con seguro).
ANFITRIÓN: Salud por el reencuentro.
LÁZARO: Salud por los viejos tiempos.
ANFITRIÓN: Y por los nuevos billetes.
LÁZARO (sonriendo): Sobre todo por eso. Dame otra ronda.
ANFITRIÓN: Vale. (Le sirve otro vaso lleno, se lo bebe inmediatamente).
LÁZARO: Ya vamos.
ANFITRIÓN: Dos minutos y salimos.

(Sale Lázaro y entra al auditorio, la gente aplaude).



Escena IV


(Se acomodan en la mesa de honor dos regidores, Lázaro, y dos poetas locales. Presentación de Lázaro Benavides. Conversación entre el poeta, el doctor y el brujo. Discurso. El poeta interviene).


PRESENTADOR: Dignísima concurrencia, buenas tardes. (Saluda con una venia que se le ve ridícula) Este día emblemático, trae la presencia desde Europa, pasando por Lima y Trujillo, a un estimado ferreñafano, portador de nuestra identidad, y que ha llevado a cualquier lugar donde ha ido, el orgullo y la cultura de nuestra provincia. Me estoy refiriendo al señor Lázaro Benavides… (Las personas interrumpen con el aplauso).
Esta tarde es histórica y hay que comenzarla con la presentación de la marinera que más lauros le ha traído, la marinera que todo el Perú reconoce porque es de un ferreñafano, a mucha honra, me refiero a la marinera “Fiesta” (el brujo y el doctor lo miran disimuladamente al poeta), bailada, como una sorpresa, por los campeones nacionales de este género, que desde Trujillo nos visitan, enterados de la presencia de don Lázaro. Los recibimos con un fuerte aplauso. (Las personas aplauden, menos el poeta. Los trujillanos bailan en medio del estrado, luego avanzan hacia el centro del auditorio; se miran, enamorados y dulces, nadie los distrae. Todos los hombres miran el hermoso rostro de la mujer).
POETA (se acerca al doctor, con fastidio, le habla de tal forma que sólo puede oírlo él): Doctor, es el acto de descaro más infinitamente directo que he visto en mi vida…
DOCTOR (sonríe, se coge la quijada, se la suelta, se acomoda en el sillón): Silencio… (Habla despacio) No seas gracioso.
POETA (se dirige al brujo, con una sonrisa): Es el acto de descaro más infinitamente directo que he visto en mi vida…
BRUJO (sonríe. Agacha la cabeza para pensar): ¿Qué otras canciones son de tu abuelo?
POETA (se coge la quijada, se concentra, levanta el rostro): Has escuchado las canciones (trata de recordar)… “El overo”, “Flores Amarillas”…
BRUJO: Te dije que para los nombres soy muy malo.
POETA (Canta sin darle entonación): Recuerdas junto al puente, / la aurora y el ciprés, / que subías a la fuente…
(El poeta se calla. La marinera “Fiesta” termina de ser bailada. Todos aplauden, el poeta lo hace sin ganas).
Hay otra, aunque no recuerdo bien… (Trata de acomodar su voz): No tengo dudas de tu engaño, / la guitarra me lo dice, / pero pueden volver los años / porque en verdad te quise.
BRUJO: Ah, ah, caramba… ¿Esa también?
POETA: Hay un vals inédito de mi abuelo que quisiera publicarlo, pero a la música le falta algunos arreglos, se titula: “Sin alma, pero contigo”. Me lo dedicó antes que muera.
DOCTOR: Atiendan que hablará Lázaro.
POETA (se acerca más al brujo): Derrotado por el tiempo / pido a Santa Lucía, / para que abra esta alma mía / y la lance por el viento, / mas el furor de mi desierto / no rompe la alegoría, / que en el alma tuya y mía / nunca habrá lamento.
BRUJO: Sin comentarios…


(Las personas aplauden de nuevo. En el atril yace Lázaro. Todos prestan atención).


LÁZARO: Buenas tardes Ferreñafe (se le cae un papel, duda, se nota que respira). Hace cinco años que no piso el suelo que me vio nacer. Pero en Europa día a día me acordaba de cada amigo y cada calle de mi Ferreñafe. Ha sido una larga espera, pero ha valido la pena, pues al encontrarme otra vez entre estos rostros conocidos, vuelvo a recordar cómo hice mis primeras canciones, que ahora son tan conocidas por todos… (El poeta mueve el rostro, negando) El recibimiento ha sido apoteósico (su familia comienza nuevos aplausos, pero pocos los siguen).
POETA (acercándose al brujo, casi susurrando): Me tengo que ir al baño. (El poeta se pone de pie, atraviesa su fila de sillones. Atrae algunas miradas. Las señoras 1 y 2 lo miran hasta que ingresa al baño. Los servicios higiénicos se encuentran al final del auditorio).
LÁZARO (más seguro de sí): Saben ustedes que los autores nunca terminan de escribir, siempre rondan versos por la cabeza que pueden volverse canciones. Es un don que nunca se debe desperdiciar. Por eso ahora les traigo una nueva canción, la cual la escribí en un café de Europa, en una noche fría, mientras me acordaba de Ferreñafe. Es un vals que espero dentro de unos años, también esté compartiendo lauros, pues esta hermosa tierra se merece que la reconozcan como provincia de poetas y cantores. El vals se titula “Sin alma, pero contigo”…
(El brujo se sorprende y voltea a buscar con la mirada al poeta. El poeta sale de los servicios higiénicos y se queda al final del auditorio, en medio, de pie, con las manos detrás de su cuerpo).
Es un vals que no se ha presentado anteriormente en ningún programa, ni siquiera en Lima a pesar que me pidieron algo inédito, porque quería llegar a mi Ferreñafe y que sus oídos lo escuchen por primera vez, entonces si me permiten la guitarra (le alcanzan una guitarra, empieza a afinar). Derrotado por el tiempo / pido a Santa Lucía, / para que abra esta alma mía…
POETA (con un grito espantoso): ¡Estafador! ¡Mentiroso!
(Las personas voltean. El doctor se puso de pie mirando al poeta. Lázaro detuvo el vals. Murmullos por todos lados. El poeta corre rápidamente a un sillón vacío, se para sobre él casi en medio del auditorio).
¡Ésa no es tu canción! ¡A quién le quieres engañar! ¡Todos aquí te conocen, Lázaro Benavides! ¡Todos son unos hipócritas! (el poeta gesticula, señala a las personas) ¡Hipócritas! (el doctor se acerca).
DOCTOR (rostro avergonzado): Por favor, bájate, poeta.
POETA (señalando a Lázaro): ¡Hoy terminó tu carrera!
(Una persona del público se paró. Miró al poeta amenazante).
PERSONA (levantando la voz): Tendrás que probar lo que dices.
POETA (calmado, mirándolo a los ojos): Cuando quieras y donde quieras.
(La prensa llega. Las fotografías empezaron a dispararse. Las filmadoras trabajaban. Luego el poeta mira a las cámaras).
¡Damas y caballeros! Mi nombre es Karlo Castro Santisteban, nieto de Nicanor Santisteban, poeta, cantante, estafado que murió en la pobreza y el olvido. (Las personas lo oían atentas. Dos policías ingresaron por la puerta. El brujo, que los conocía, los detuvo). ¿Ven a ese hombre de allá? (algunas filmadoras volteaban a enfocar a Lázaro). Él es Lázaro Benavides, ex amigo de mi abuelo, y el más grande estafador que ha existido en Ferreñafe.
LÁZARO: ¡Yo no he estafado a nadie! (La gente se sorprendió del grito. Hubo murmullos). ¡Yo escribí…!
POETA (interrumpiendo, hablando más fuerte): Tú escribiste ¿el vals “Sin alma, pero contigo”? ¡Ja, ja! Permíteme reír. (El poeta se bajó del sillón, caminó hacia el atril. Las cámaras lo seguían). ¡Escuchen! ¡Esto es puro razonamiento lógico! ¿Cómo puede una canción que sólo el autor la conoce, saberla yo? (Se dirige a un señor sorprendido) Préstame la guitarra, paisano. (Le quita la guitarra. Se dirige al atril de nuevo. Hace un preludio magistral). Derrotado por el tiempo / pido a Santa Lucía, / para que abra esta alma mía / y la lance por el viento, / mas el furor de mi desierto / no rompe la alegoría…


(Las personas se sorprenden, miran a Lázaro, miran al poeta, vuelven a mirar a Lázaro).

LÁZARO (sonrojado interrumpe): ¡Me largo! ¡Es una ofensa para alguien que le ha dado tanto a esta ciudad de…!
(Lázaro atravesó la puerta. Su familia lo siguió)
POETA (mira al público): Ahora les presento a: ¡Lázaro Benavides! (Mira a Lázaro) ¡Quédate cobarde!
(La policía se le acerca).
POLICÍA (con respeto): Por favor, acompáñenos. (El poeta no se resiste. Camina delante de los policías. Atraviesan la puerta. Los murmullos continúan).
BRUJO (se le acerca al doctor): Qué loco del carajo…



TELÓN


ACTO SEGUNDO

Escena I


(Casa de Lázaro. Dos amigos más sentados en una sala, uno de ellos, el anfitrión. Los tres bebiendo güisqui).

LÁRAZO: Ese muchacho es la reencarnación de Nicanor cuando era joven.
ANFITRIÓN: No hablemos de los muertos. Sencillamente ese tipo no pudo aprovechar lo que tú sí pudiste.
LÁZARO: El escándalo me va a matar.
ANFITRIÓN: No… al contrario, puede favorecerte, puedes vender más discos y esas cosas…
AMIGO (dirigiéndose al anfitrión): Lázaro se refiere a la parte ética.
ANFITRIÓN: La ética lo dejamos para los curas, aquí de lo que se trata es de aprovechar el momento de persecución. Vas a salir en todos los diarios, entonces la prensa te buscará, y ahí te defenderás; quedarás limpio y más famoso de lo que ahora eres.
LÁZARO (se puso de pie para servirse el güisqui de la mesa): Qué problema que me ha salido. (Piensa en el problema con la cabeza gacha. Arroja el vaso contra la pared).
AMIGO: ¡Cálmate, hombre! Te dieron una solución y hay que aprovecharla. Siéntate y piensa en cómo te vas a defender.
LÁZARO: Quiero hacerle un juicio a ese muchachito infeliz. No sabe con quien está tratando.
ANFITRIÓN: Pero vas a perder dinero. Lo que debes hacer es decirle a la prensa que le harás un juicio, pero sólo para que se siga interesando en el caso, y luego no haces nada. Mientras más se prolongue el tiempo de la denuncia causará más expectativa. Así que tranquilo y a disfrutar el regreso.
LÁZARO (sentándose de nuevo): Espero que la noticia no llegue a Lima.
AMIGO: Es cierto.
ANFITRIÓN: Igual es. Incluso Lima te traerá más dinero.
LÁZARO: ¿Saben? Cuando era joven siempre presentí que este día iba a llegar, pero nunca pensé que de esta forma, tan… (Piensa en un adjetivo) tan vergonzosa. Al comienzo sólo fueron pocos billetes los que recibía, pero con el transcurrir del tiempo la fama me atrapó y no pude parar. Me gustaba decir que esas canciones eran mías, y en el fondo las sentía como si hubiesen salido de mi puño y letra, aunque nunca en mi vida he escrito algo bueno, y me fui acostumbrando a tener amigos famosos que me invitaban a fiestas y no gastaba ni un centavo. La música criolla sólo era una excusa para reunirse y emborracharse. Ahora no puedo ver al arte de otra forma que para darme dinero, e incluso compadezco a los imbéciles que creen que con la música se puede llegar a alguna parte sin ser descarado, y creo que los artistas lo saben muy bien, pero algunos se niegan en aceptarlo.
AMIGO: Has tenido suerte.
LÁZARO: No, sólo he trabajado y me han pagado, nada más. Mi trabajo ha sido difundir lo que los anónimos no han querido hacer.
ANFITRIÓN: Tienes las agallas bien puestas.
LÁZARO: Engañar es delicioso. Pero a ustedes no les puedo mentir. A veces tengo miedo de lo que puedan decir después.
ANFITRIÓN: Aunque una vez muerto, ya no duele.
LÁZARO: No me refiero a mi muerte, sino a que cada vez que engaño estoy algo temeroso de algún Nicanor Santisteban que salga y me enfrente. Por eso me largué a Europa, desde allá estuve enviando canciones a mis amigos de Lima para que las publiquen y me paguen como se debe.
AMIGO: Lo hecho, hecho está. Estamos en una edad en donde es muy tarde para arrepentirse. Te quiero hacer una pregunta y quiero que me la respondas sin molestarte.
LÁZARO: No hay problema.
AMIGO: ¿Cómo quisieras morir?
LÁZARO: Con una botella de güisqui en la mano. (Sonrisas de los tres). No me había puesto a pensar en eso. Sólo quiero irme con el convencimiento de que mi familia aprovechará el dinero que yo le he dado.
ANFITRIÓN: Hermano, estás asegurado, así que por ese asunto no hay preocupación.
AMIGO: ¿Nunca has querido curarte de ese alcoholismo que tienes?
LÁZARO (irritado): ¿Alcoholismo? Yo domino al alcohol.
AMIGO: ¿En serio? ¿Cuántas veces te emborrachas a la semana? ¿Dos, tres, cuatro?
ANFITRIÓN: No vengas con esas tonterías, moralista. ¿Qué esperas de esta vida de “m”? hay que disfrutarla, como lo hace Lázaro. Dominar el alcohol es como dominar a la gente, y Lázaro lo hace muy bien.
AMIGO (se puso de pie): Nos vemos. Me tengo que ir con los demás moralistas.
ANFOTRIÓN: No te resientas.
AMIGO: Jamás. (Dio la mano a ambos y traspasó la puerta).
ANFITRIÓN: Lázaro, ahora que estamos solos. Quiero hablarte sobre el asunto del dinero.
LÁZARO: Dime.
ANFITRIÓN: Creo que ya hemos perdido una parte.
LÁZARO: Pero dile que te lo devuelvan, pues no ha servido de nada.
ANFITRIÓN: No creo que Roberto Santisteban quiera devolvérmelo.
LÁZARO: Él estará enterado de la estupidez que hizo ese tal Karlo. Por eso la canción que nos vendió de su hermano Nicanor, no nos sirve de nada.
ANFITRIÓN: También quería mi parte.
LÁZARO: Eres un sinvergüenza.
ANFITRIÓN: Gracias, es mutuo. (Risas prolongadas).



Escena II


(Un colchón de paja en el suelo. Las paredes pintadas. El poeta pasa un día en el calabozo).


POETA (sentado en dos ladrillos. Se acomoda el cabello. Tiene un cuaderno y un lapicero en la mano): No… le falta algo, esta rima es muy simple. Qué le falta, aunque los valses se han hecho con rimas simples, antojadizas. Definitivamente no puedo escribir valses, sólo sirvo para la poesía no rimada. Necesito una palabra que rime con “cariño”… “armiño” (repite cuatro veces esa rima), ya me vinieron a la cabeza los nombres de los futbolistas brasileros (sonríe). Eso sí, nada de gerundios ni verbos en infinitivo, nada de rimas hechas y reiterativas (piensa un largo rato). Las letras de mi abuelo tenían lo suyo, por algo llegaron a ser tan conocidas. En fin… (piensa largo rato) Mi abuelo me hubiese agradecido. No, tal vez me hubiese gritado. Mejor dicho, me hubiese gritado pero agradeciéndome. (Se coge el rostro, se soba los ojos) Cómo lo quiero, así ya no esté. No era su destino morir anónimo. En fin… (Se pone de pie. Se coge de las rejas). Yo no moriré anónimo. (Grita sacando la boca de las rejas) ¡Yo no moriré anónimo!... (Se vuelve a sentar). Esta es una ciudad chismosa, pero hasta ahora mis tíos no vienen a ver cómo me pudro en esta celda. (Silencio).
Todos lo saben, pero nadie habla. (Se acomoda el cabello). También es una ciudad cobarde. La marinera “Fiesta” es de Nicanor Santisteban… pero nadie lo publica, sólo lo repiten a escondidas. (Silencio).
Es hermoso el vals… la marinera… las danzas… (Se acomoda el cabello). Al fin y al cabo, qué importa de quienes sean… ¡que se pierdan los autores!… ¡que se pierda Lázaro!, ¡que se pierda mi abuelo, mi abuelo cobarde también!… ¿Quiénes son los autores para decir esto es mío o tuyo?, cuando es de todos. (Se coge de las rejas. Silencio).
No hubiese sido tan duro con él. (Silencio). Qué importa la dureza… la dureza como los autores... Pero yo quiero ser grande, que hablen de mí, por eso yo no soy cobarde…
(Mirando al público, con firmeza y cólera) ¡Quiero ser grande, porque yo no soy cobarde!



TELÓN

martes, 13 de septiembre de 2011

"La cursilería perfecta de Benedetti" - POR: César Boyd Brenis - DIARIO "LA INDUSTRIA" (13 DE SETIEMBRE DE 2011)



En general, a los poetas siempre los han relacionado con el amor. Es una correspondencia tan arraigada que hasta pudiera pensar que, ciertamente, el primer escrito de cualquier poeta del mundo siempre ha sido de ese tema. Pero valgan verdades, del amor al acto cursi hay sólo un paso.

De ello hay muchos ejemplos histriónicos. Sólo basta con recordar aquel comercial de una conocida marca de bebidas gaseosas cuya frase era: “las cosas como son”, para entender esto. Ahí se revelaba las comunes muestras de cursilería que el ser humano puede llegar a hacer. Sin duda, el amor hace respirar locuras.

En la poesía latinoamericana, amor y Benedetti son casi sinónimos. Y no han sido pocos los que han tildado al poeta Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia de ser cursi. Este uruguayo, nacido el 14 de setiembre de 1920, ha proclamado al amor como la materia prima más perfecta para poetizar.

El amor, como refería él, es un elemento tan relacionado con lo cursi que es difícil desligarlo. Tanto es así que si se le separa, las palabras sonarían con esa frialdad polar que ningún verdadero poema de amor podría tener. Sin embargo, Benedetti aparta muy bien la cursilería de adolescentes con la forma estética de apropiarse del sentimiento más humano que tenemos. Eso lo hace único.

Él aplicaba una fórmula encendida en cada frase que pareciera quemar la letra. Así tenemos: “Es una lástima que no estés conmigo / cuando miro el reloj y son las cinco / y soy una manija que calcula intereses / o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas”.

En las dos primeras líneas, pareciera increpar a la cotidianidad, a la soledad y al tiempo de espera, asuntos que podrían resultar “cursis”. Pero aquí lo cotidiano de mirar la hora, junto al lamento por la ausencia, se abre espacio en esas dos metáforas perfectas que le siguen y que le imprimen el más profundo impulso poético. Eso mismo se puede apreciar en los siguientes versos: “Puedes querer el alba / cuando ames. / Puedes / venir a reclamarte como eras. / He conservado intacto tu paisaje. / Lo dejaré en tus manos / cuando éstas lleguen, como siempre, / anunciándote”.

Por otro lado, solamente a Benedetti se le hubiese ocurrido colocar al nombre de un poemario “Te quiero” (1956) y no sonar cursi. Su legión de libros de distintos géneros (cuento, drama, novela, poesía, ensayo y hasta discografía) tienen el sabor especial de un sabio amoroso, de un personaje cuya sonrisa prístina de la mañana sólo es de amor.

Mario Benedetti murió, anciano y feliz, el 17 de mayo de 2009. Y qué mejor que un verso para sentenciar su presencia perenne: “No existe un puente para cruzar el cielo”. Pero él lo cruzó y ya es un hecho, pues la música de su voz se queda en el cielo y, la de sus libros, en cada uno de nosotros.

jueves, 8 de septiembre de 2011

"Arguedas, una consigna y un hecho" - POR: César Boyd Brenis - DIARIO "LA INDUSTRIA" (8 DE SETIEMBRE DE 2011)

No es una coincidencia, pero después de cien años Arguedas y Machu Picchu nos han reconciliado un poco más con la historia y las tradiciones de nuestro suelo patrio. Es una ocasión de júbilo y anhelo. José María Arguedas ha representado loablemente una corriente en la cual nos reflejamos todas las sangres, para pensar como peruanos y en peruano.


Nacer en Andahuaylas fue un hecho cargado de azar; sin embargo, el alimento cultural con el cual se nutrió y en el que se asentó su pluma, es legítimamente un suceso conciente, ensamblado de experiencias sociales, estudio y amor por cada identidad y cada emblema que conforma la suma de todas las diversidades.


La fecha de su nacimiento coincidió con la del gran poeta Rubén Darío (18 de enero), pero en años distintos. Y nació con Ernesto Sábato el mismo 1911, como encontrándose dos luchadores sociales en una misma historia de poderes y fracasos.


Como todo seguidor del arte musical, sus estudios antropológicos acerca de los ritmos andinos lo mantienen en la cúspide de la seriedad investigativa, y lo reconocen como padre y promotor de la revaloración del arte nativo y del ande. No obstante, su labor no es muy conocida en dicha rama, pues la literatura se colocó en el eje de su accionar intelectual, y sus novelas y sus cuentos son la gran herencia que legó al país, no quitando de sus obras ese aroma a música de cada palabra realista, profunda y comprometida.


Alguna vez, Arguedas recordó en sus escritos que los años más felices de su vida se dieron al lado de dos campesinos, quienes eran sus compañeros de faenas agrícolas en la hacienda Viseca cerca a San Juan de Lucanas. Ese hecho, inyectado de una valoración absoluta por su gente, podría ser el testimonio más humano de su biografía.


Las circunstancias familiares que lo rodearon no fueron nada agradables. El destino lo dejó huérfano de madre a los dos años de edad y lo ligó con una madrastra conflictiva. Eso fue lo que lo condujo a ver a la gente del campo como los hermanos sustitutos que en el fondo eran, realmente.


Además, un hermano de sangre llamado Arístides siempre lo acompañó en sus peripecias. Así como cuando se escaparon de la casa donde su padre los había llevado a vivir junto a su madrastra y hermanastro, personas de crueldad luciferina. De esa forma, en un acto de valentía y atrevimiento, los jovencitos José María y Arístides fugaron hacia la hacienda de su tío, quien los acogió con alegría.


Todos aquellos hechos de increíble crueldad que Arguedas vivió, fueron reflejados en sus obras, pero siempre dibujados con otro rostro y con tónica literaria; ayudado por la palabra, castigó y corrigió cualquier maltrato y asimiló con valentía su lucha interna y sus traumas que no lo desligaban de su profunda herida de infancia.


Esa misma herida, ese mismo abandono y olvido, tuvo que ser subsanado por el Arguedas que libró todas las batallas y salió victorioso. Trajo consigo el amor propio que ningún hombre de esta tierra lo pueden obligar a perder, y se acaloró con el sentir andino para cabalgar en las prosas legendarias de los campos y las plantaciones.


José María cumple 100 años y no se le concedió el privilegio de reconocer dicho acontecimiento colocando al 2011 como “Año del Centenario de José María Arguedas”, y sí, según se dijo que para evitar la mención de nombres, se le puso “Año del centenario de Machu Picchu para el mundo”.


Y ante este dilema, hasta me da por pensar que ni siquiera el constructor de las ruinas, ni el arqueólogo descubridor, ni el ancestro andino del que decidió darle aquel nombre al 2011, hubiese estado de acuerdo; pero las reivindicaciones se darán tarde o temprano. Ahora es el tiempo exacto para releer a Arguedas y respirar su mismo aire en cada rincón del Perú.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Entrevista a César Boyd Brenis - POR: Gerardo Carrillo


Hace varias semanas, el periodista Gerardo Carrillo se comunicó conmigo a través de Facebook para que le concediera una entrevista. Después de publicada en www.locheros.com, nos encontramos de casualidad por una calle de Chiclayo y nos reconocimos a pesar de nunca antes habernos visto personalmente. Te agradezco, Gerardo, por la gentileza de haberme elegido y por tus palabras de presentación. Yo entiendo que una entrevista muchas veces es una fotografía del momento en que uno vive. Tal vez muchas de las respuestas cambien con los años, pero lo que no cambiará es la sinceridad al contestarlas. Aquí los dejo con esta aventura.



Poetas lambayecanos: César Boyd Brenis



¿Qué es la poesía?


No creo poder definirla, ni lejanamente. Aunque detrás de la pregunta se esconden muchos misterios, y pensar en esos misterios resulta excitante, tanto como indagación, como aprendizaje del mundo interno, como curiosidad humana; más no como condición necesaria para que exista y alcance a los seres humanos. Por lo tanto, el testimonio más próximo de Poesía se encuentra en los que la escriben, en sus obras más antiguas y más nuevas, en la relación con sus conductas creativas y sus desparpajos. En todo ello es donde uno almacena indicios de algo que está allí, simplemente. A partir de esto, podemos darnos una idea de Poesía, tal vez una idea variante y oscilante, o hasta ininteligible.


¿Quién es un poeta?


Es un ser humano normal, aunque a veces no lo parezca. Conozco a muchos poetas interesantísimos en su forma de vivir o de actuar. Pero conozco también gente increíble en su vida —y en su forma de morir lentamente— que no ha escrito ni escribirá nunca un poema. No creo que el poeta tenga ciertas maneras características de vida, en el sentido práctico de la palabra. Más bien, en el sentido onírico, muchos a veces deliramos y nos creemos grandes cantantes, grandes mafiosos o grandes poetas. Dejemos que cada uno crea su mito: es divertido. Por mi parte, ser ingeniero agrícola o ser poeta me causan la misma sensación: sólo referencias.


¿Quién eres tú?


Siempre cuando he pensado en esa pregunta —que es una interrogante ontológica y, por ende, complejísima—, caigo en contradicciones hermosas, las cuales me hacen ver tan ignorante y tan feliz. Por ejemplo, si respondo a dicha pregunta diciendo que soy un hombre, se me puede estropear la respuesta increpándome a mí mismo que la pregunta no ha sido “¿cuál es tu género-especie?”. O, por otro lado, si contesto como un creyente y digo “soy hijo de Dios”; eso también me crea una dificultad cuando me corrijo diciendo que la pregunta no ha sido “¿quién es tu Padre?” (con “P” mayúscula). Y así, con cada respuesta que se dé, siempre hay algo con lo cual uno se enfrenta. Con todo ello, creo más bien que la trampa está en la pregunta misma, pues a priori se sabe que es imposible contestarla, dado que todos los que pueden formularla —es decir, los seres humanos— tenemos mucho en común, y esas semejanzas rompen cualquier lógica del ser en sí, porque querámoslo o no, nos parecemos tanto, pero tanto, que puede resultar hasta soberbio contestarla, aunque válido como punto de partida para una conversación.


¿En qué momento del día prefieres escribir?


No hay momento preferido: cuando viene el vendaval, hay que asumirlo.


¿Cómo describirías tu poesía?


Mi poesía intenta abarcar muchas temáticas, por lo cual puedo decir que es “diversa”. Y en el sentido de su fuerza discursiva, puedo expresar con sinceridad que muchos de los poemas de mis libros no me gustan, por lo cual diría que parte de ella es “poco atractiva”. Sin embargo, otras creaciones creo que han logrado algo que yo estaba buscando: la profundidad y la sencillez.


¿Qué es lo que más sueles observar?


Los pies femeninos.


¿En qué piensas constantemente?


En cómo digo las cosas al hablar.


¿A qué le temes? ¿Le temes a la muerte?


Le temo a la gente. Y antes le temía a la forma de morir, pero ya no.


¿Crees en Dios o en alguna fuerza superior creadora?


Sí, indudablemente.


¿Crees en la resurrección, la reencarnación o en cualquier otra forma de continuar tu existencia después de esta vida?


Sí.


¿Quiénes son tus influencias?


Me imagino que te refieres a influencias literarias. Y, pues, creo que aún no se agotan, siempre vienen nuevos autores para refrescarme el pensamiento. Y, por el contrario, autores que creí de gran influencia en mí, ya no los leo con tanta devoción. Es difícil determinar las influencias, mejor eso se lo dejo a los críticos.


¿Quiénes son tus escritores y filósofos favoritos?


Me gustan los pensamientos enrevesados de Sartre y de Pessoa. También me gusta la sencillez de Saramago para contar grandes historias. En fin, me gustan Leopoldo María Panero, Derek Walcott, Charles Bukowski, entre otros. Con respecto a los filósofos, no tengo favoritos; pues desde los presocráticos hasta los postmodernistas, todos parecen una sola masa importante para la formación de las ideologías y las conductas, ayudando siempre al hombre en reponerse de su insignificancia, sin conseguirlo.


¿Y a quiénes prefieres en música, cine, pintura u otra arte?

Cada vez que escucho “Claro de luna” de Beethoven, lloro. No sé si lo prefiero a él o a Vivaldi. Pues Vivaldi y sus “Cuatro estaciones” me hacen recordar mucho a mi niñez, que es la etapa de mi vida en donde encuentro más alegría, y en donde recuerdo a mi abuelo escuchando todo el tiempo a este maestro veneciano. ¡Hermosos momentos! Por otro lado, en el cine, Spielberg es el gran maestro, pues cuando trato de discernir su lenguaje cinematográfico, me topo con cada acertijo y con cada enlace de escenas —todo tan bien hecho— que sin duda alguna uno podría estar al verlo frente a un genio total. En la pintura, me atrae mucho Van Gogh: su forma de combinar los colores y la textura de sus pinceladas es sorprendente; eso pude notarlo en una página Web destina a este genio de la pintura en donde se te facilitaba un sistema que simula una lupa, con el fin de ver hasta el mínimo detalle de su obra. Me quedé estupefacto. Y admiro mucho lo que hace Kseniya Simonova, una de las pocas representantes del llamado “arte en la arena”. Ella tiene trabajos excepcionales y emocionantes. Sin duda, el arte se abre paso día a día con nuevas manifestaciones, y eso no termina jamás.


¿A quiénes lees actualmente?


En este momento, leo temas de crítica y apreciación del arte, y a Lao-Tsé.


¿A quiénes relees?


Pessoa, Bukowski, Böll…


¿Quiénes son los mejores poetas y escritores en la historia de Lambayeque?


Lambayeque tiene más tradición de poetas que de escritores (narradores), por ello me quedaría con cinco poetas: Lora y Lora, Delgado Bravo, Nicanor de la Fuente, Ramírez Ruiz y Ernesto Zumarán.


¿Cuál es el nivel actual de la poesía local?


El arte poético en la región está intentando abrirse camino. Digamos que, los menores de 35 años, tenemos una regularidad que debe seguir su marcha, hasta alcanzar algo de luz.


¿Qué opinas sobre la actividad cultural en Lambayeque?


Es muy activa. Pero lo que falta creo que es el público. Siempre se cuenta con poco público. Y aunque ya no debe sorprender, uno anhela que la participación de las personas sea más comprometida.


¿Te identificas o coincides con las ideas de algún político o partido?


No.


¿Crees que el poeta debe permanecer en su acción creadora o participar también ante los problemas de su sociedad?


Todos los seres humanos siempre participan en los problemas de su sociedad, aunque no lo sientan de ese modo o no lo formalicen. Se participa desde que alguien reclama a Electronorte por un excesivo costo del recibo de luz, o por el alza del azúcar o por cualquier situación similar. Se participa desde que se le reclama a un taxista por aprovecharse de cobrar mucho más de lo debido. Se participa reclamando, a veces tirando huevos o tomates desde una multitud, a cualquier político por no cumplir lo prometido. Incluso, en caso extremo, se participa no participando. Como se verá, los problemas de la sociedad no sólo están en lo que uno puede escribir sino en lo que uno vive diariamente. Es desde ahí donde cualquier ser humano, incluido el artista de cualquier índole, se desarrolla y se abre paso. Claro que otro asunto es entrar a política y sistematizar una participación haciendo leyes u obras. Eso depende de cada uno, y no es nada despreciable; pues si no abría políticos, ¿quién haría ese trabajo? Siempre hay alguien a quien se le debe reclamar, y por supuesto que no nos hace ningún favor, pues se le paga por ello. En ese aspecto, el poeta tiene la libertad de accionar o no en el campo político. Sin embargo, los temas de la creación pueden ir por otro lado que no sea exclusivamente el reclamo, la pugna o la fiscalización social. Como ya lo refirió Eduardo Galeano, más vale leer una buena novela de aventuras que una pésima novela de huelgas. En fin, creo que la gran novela de huelgas aún no se ha escrito, pero puede hacerse. Y si no se hace, igual; pues las luchas sociales y vivenciales siempre continuarán. ¡A seguir nomás!




FUENTE: http://www.locheros.com/culturayocio/id/27/entrevistas-a-poetas-lambayecanos-cesar-boyd

viernes, 26 de agosto de 2011

"Crónica de una visita anunciada" - POR César Boyd Brenis - DIARIO "LA INDUSTRIA" (26 DE AGOSTO DE 2011)



Muchos poetas han buscado particularmente su unión a través del arte, con diferentes fines: compartir experiencias, sacudir demonios, despojarse de soberbias, conducir las pasiones, mostrar los frutos y revivir los mitos más hostiles y más cándidos de su figura.

Los poetas de este tiempo están tan comunicados entre sí que la experiencia estética y el arrebato pasional de la vida se confunden misteriosamente, y las redes sociales ayudan para este propósito. De esta manera, con un halo de opiniones ciberespaciales, se nota en cada mensaje de sus muros de Facebook ese esplendor híbrido de todas las fuerzas del alma.

Fue esa interconexión espiritual —y el ansia de traspasar las fronteras regionales— lo que pudo crear una noche exquisitamente literaria el viernes recién pasado —19 de agosto—. Así, se llevó a cabo un recital poético en un conocido establecimiento chiclayano, cuyo anfitrionaje estuvo a cargo del poeta Stanley Vega, y cuya unión entre ciudades hermanas se redondeó con la lectura de poesía y el fulgor de los aplausos redivivos.

Las voces foráneas participantes fueron Giuliana Llamoja (Lima, autora del libro “El amor y la vía láctea”) y Harold Alva (Piura, editor y crítico literario), los cuales hicieron desfilar su poesía con esa sutileza rítmica que los sentidos elevan. Por su parte, representando a Lambayeque estuvimos Ronald Calle y yo —miembros del Grupo Literario Signos—, quienes dispuestos a estrechar los lazos, estiramos la mano con plena conciencia de lo que la amistad de los poetas siempre debe dejar: la estirpe de la hermandad.

En el evento se impuso un solvente diálogo que reflejó aquella unión referida, y a la que llegan los poetas después de encontrarse entre sí y a sí mismos. Al respecto, Giuliana Llamoja nos leía: “Poesía / Estoy aquí / Desmantelándome / Y no he sido una cualquiera / Y tú no has sido una cualquiera por involucrarte conmigo” (poema Aquel lugar que te nombra).

Por su parte, Harold Alva complementaba la idea con una poesía citadina, pero no menos entrelazada por la coalición de espíritus: “Me enviaba señales / Halcones de neón que hacían piruetas / Alrededor de mis poemas / Y yo: detenido en mi habitáculo / Copiaba el rumor de la mañana / En algún texto que nada tenía que ver con la tristeza” (poema III del libro inédito Lima).

Y en verdad, nada tenía que ver con la tristeza aquella noche de viernes en donde Ronald Calle colaboraba leyendo: “¡Anda! Toma mi mano, / cubre tu herida / y ven, / levantemos la antorcha del hambre, / miles de hombres nos contemplan” (poema Agonía compartida).

De esa forma, en todos los casos de encuentros literarios —y en el ciberespacio—, si los poetas siguen buscando su unión a través del arte, en tan solo poco tiempo, el espíritu de esas almas libres podrá enseñar cómo se construye la sensibilidad, con la natural experiencia de compartir las voces diferentes en medio de una mesa única.