jueves, 28 de octubre de 2010

"Las designaciones a los que enseñan" - POR César Boyd Brenis - DIARIO "LA INDUSTRIA" (27 DE OCTUBRE DE 2010)

Por una razón clásica, al que transmite un conocimiento, al que forma, al que instruye, le rodea un aire misterioso y señorial. Quizá por ese motivo, nombrar o designar a este noble personaje tenga una dificultad innegable; así, hacerlo depende de la costumbre, el ánimo o hasta cuán majestuoso se le quiera ver. Para muestra, he contado seis formas de etiquetas: profesor, maestro, docente, pedagogo, educador y facilitador. Muchos de estos términos han devenido, no cabe duda, de los vocablos que las corrientes pedagógicas han sugerido. Describámoslos.

Profesor: Término bastante genérico. En casi toda Latinoamérica, este sustantivo se ha empleado tanto en el uso técnico como en el coloquial. Hace varias décadas, en las escuelas de educación se utilizaba para hacer referencia al título académico, sino recordemos lo dicho por Julio Cortázar en una entrevista de 1977, en el contexto argentino de la época: “Terminada la escuela primaria, luego hacías la escuela secundaria. Y en mi caso, yo entré en una Escuela Normal, que a los 18 años me dio un título de Maestro Normal, y luego tres años más de profesorado, que me dio un título de Profesor”. En la actualidad se ha perdido dicho sentido.

Maestro: En ocasiones, esta palabra tiene un romanticismo adherido, ya que se suele enfatizar con agudeza: “cualquiera es profesor, pero pocos son maestros”. En algunos países, caso Venezuela, se le llama así al que labora sólo en el nivel primario. Para los otros niveles es “profesor” el término utilizado. Por el contrario, en México, “maestro” se usa para generalizar a todo aquel que enseña, no importando el nivel escolar. Algunas veces en ese país centroamericano, también se le suele llamar “licenciado”. En el Perú y en otros países, la palabra posee una simbología sentimental, un ejemplo de ello es estipular un día del año especialmente para ellos, llamado el Día del Maestro. Antiguamente, “Maestro” también era un título que lo podías obtener a los 18 años al egresar de una Escuela Normal, tal como lo refirió anteriormente el autor de “Rayuela”.

Docente: A pesar que el diccionario lo toma como meramente un adjetivo (por ejemplo, “plana docente”), el uso lo ha impuesto como un sustantivo. Esta designación es altamente técnica. El sentido que también posee tiene que ver con la idea de un profesor en actividad; es decir, que un recién egresado de la facultad de educación, que aún no consigue trabajo, no puede ser un “docente”.

Pedagogo: Es aquel que está inmiscuido en las ciencias de la educación. Es decir, un pedagogo es netamente un científico. Este término tiene un sentido de realce y magnificencia académica.

Educador: De un tiempo a esta parte, este término ha ido estableciéndose tal vez con la idea de acabar con la dificultad de designación. Por un lado, tiene un sentido abarcativo, o sea se refiere sencillamente al maestro con título profesional y punto, no importando que labore o no, que se especialice o no, o que sea bueno o malo. Además, tiene una acepción técnica, y posee un sabor a solemnidad posmoderna, muy de este tiempo.

Facilitador: Esta palabra fue instituida por el constructivismo (corriente pedagógica que tiene como principio fundamental la idea de que son los estudiantes los que elaboran o construyen su propio conocimiento, donde el profesor sólo les facilita los recursos o los textos que serán asimilados subjetivamente). Casi nadie emplea esta palabra.

A pesar que hay una línea transversal que une a todos estos términos, el contexto se encarga de guiar las intenciones. Así, puedo decir: fui educado por profesores estrictos, por maestros apostólicos, por docentes humildes, por pedagogos eruditos, por educadores titulados y por facilitadores inocentes. Y también, fui educado en las calles y en las bibliotecas por amautas invisibles y divinos, y el producto fue un maestro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario