miércoles, 10 de septiembre de 2014

"La lectura y el inconsciente" - Por: César Boyd Brenis - Diario La Industria (23/07/14)

En el módulo de Interpretación y producción de textos, el tema “La lectura” es un cielo aparte. Suelo proyectarles a los estudiantes aquella conocida escena de la película Karate Kid, en donde se muestran los airados reclamos de un muchacho al haber sido presa durante días de una supuesta explotación; de esa forma, en cada sesión, el joven protagonista no reconoce en ningún momento las técnicas básicas del karate, sino más bien sólo la dedicación a lavar autos, barrer, pintar la cerca, la casa, etc.; después de lo cual resultaría un grito desesperado del discípulo dirigiéndose a su maestro: “¡Durante días he sido su maldito esclavo! ¡Me voy de aquí!”.

El maestro, sintiendo la impotencia del alumno, lo detiene y le muestra todo lo que había aprendido sin saberlo; pues en todos esos días, la limpieza y el pintado le habían servido para adquirir los reflejos básicos que le permitirían plantear su defensa ante cualquier ataque. A partir de ahí, el joven entraría a un estado de deslumbramiento y de fe ante lo que le podría brindar su maestro en situaciones inverosímiles. La lectura tiene la misma lógica. Cuando se lee con constancia y dedicación, la mente y el cuerpo adquirieren caracteres más sólidos, más activos y más notables. Todo aquel que se ha entregado a la lectura, lo ha hecho con el espíritu más noble, y en el transcurrir del tiempo se ha ido dando cuenta que la vida ya no es la misma; pues la perspectiva de las cosas da un giro sorprendente, y la posición que se tenía de algunos temas empieza a profundizarse, tal vez a cambiar o a fortalecerse con argumentos más elocuentes.

La lectura, por su naturaleza, también podría ser peligrosa. Y para muestra de ello están todos los adolescentes y jóvenes que son envenenados con doctrinas violentistas. Se ha visto en el mundo cómo el fervor adquirido por un dogma, trasciende por encima de la propia vida. Y si a eso le agregamos un contexto hostil y represor, las sociedades se reducen al guión que les dictan aquellos interesados en que nunca despierten.

Es preciso agregar que el concepto de lectura, como tradicionalmente se entiende, es el acto de asimilar un contenido que un texto escrito nos brinda. Sin embargo, existen otras acepciones que enriquecen su naturaleza. De esa forma, también se le puede llamar “lectura” a todo aquello que se extrae de un determinado texto, ya sea oral, escrito o de otro tipo de simbología; es decir, es una interpretación que ordenamos en nuestra mente y que se establece como un aprendizaje.

Entonces, con esos conceptos de lectura, la peligrosidad de “leer” los programas basura, el arte light o a los charlatanes metidos en todos lados, es evidente. En un mundo en donde los buenos libros son cada vez menos leídos, más olvidados y más vapuleados por ser considerados como “aburridos”, “anticuados” o “innecesarios”; en un mundo así, el acto soberano de leer “lo duro” ha sido sustituido por asimilar “lo ligerito”, e influenciado por los medios de comunicación, la libertad soberana y constitutiva de leer se ha convertido en un remolino que no deja discernir lo importante de lo abyecto; y si agregamos a eso el mal uso de la tecnología, la idiotez humana ya está garantizada.

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