(Inspirado en el
ritmo de un artículo de César Hildebrandt)
Serrano
mi padre que me legó la soledad. Serrana mi abuela que sus ojos verdes la denuncian
sin pudor. Serrano nuestro premio Nobel con atisbos de europeo, serrano el
poncho (aunque español), serrana la queja de los incomprendidos y
revolucionarios.

Serrano
nuestro presidente y su ascendencia entera. Serrano Toledo (aunque hecho trizas
por sí mismo). Serranos mis amigos choferes que escuchan chicha; serrano “El
provinciano” de Chacalón (mi preferida), serrano el taxista que llamo por
teléfono en emergencias nocturnas, serranos muchos apellidos pitucos de Santa
Victoria.
“Serrano”
el apodo que me puso mi tía, serrana mi esposa, serranos mis hijos por herencia
parcial, serrana la “s” final que adoro en las palabras serranas; serrano
nuestro poeta universal Vallejo, serrana su dulce Rita y su hueso húmero,
serrano nuestro magnífico Arguedas de todas las sangres, serrana nuestra mejor
cineasta, serranos nuestros incas inmortales, serrano el maestro Díaz Núñez
(nuestro novelista), serranos nuestros únicos chiclayanos adoptivos que ganaron
el Premio Nacional Horacio Zevallos (Javier Villegas y Dandy Berrú), serrana la
mayoría de restaurantes de Chiclayo.
Serrana
la idea de nación, el rescate abanderado, el tropiezo, el nuevo comienzo, la
empresa espontánea de las lanas, el cóndor más pomposo, la vicuña del escudo y
la flor de retama. Serrano Mariano Melgar y sus tristezas, serrana su Silvia
que tuvo muchos nombres y está encarnada en todas las mujeres.
Washington
Delgado, serrano y profesor, serranos sus “Días del corazón” (1956) y su
“Parque” (1965). Serrano el club chigriripano, el chotano, el cajamarquino, el
cutervino, el santacruceño, el de Lajas y el de Llama. Serrano el embajador
“chiclayano” Guely Villanueva. Serrano Hernando de Soto, Cornejo Polar, Honorio
Delgado, Alberto Hidalgo, Clorinda Matto, Antenor Orrego, José Sabogal y el
remanso de una colina.
Serranos los
proverbios de la valentía y de la pugna, serrano el Inca Garcilaso, serranos los
poetas José Abad y Ronald Calle (cofundadores del Grupo Literario Signos), serrano
mi mejor amigo de la universidad (Jorge Cáceres), serrano el maestro Reynoso y
serrano el espíritu de su novela “En octubre no hay milagros”, serranos el
presidente Belaúnde y Víctor Andrés (el escritor y orador muerto en el 66), serrano
el drama Ollantay y sus amores, serrana la historia del Perú con sus dotes de
tristeza, y yo, mitad serrano y mitad ferreñafano, en una eterna pugna solitaria.
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