miércoles, 14 de diciembre de 2011

Algunos textos del poemario "Persistencia del alarido" (2010) - De César Boyd Brenis

Utopía del vuelo

En el bosque
y en otras atmósferas de ansia,
pero especialmente en el bosque,
el aleteo del ave se ha vuelto dócil
como una garúa naciente:
ella desciende sin gorjeos,
sin distinciones, como otra garúa del ser.

La sangre gotea sin el fulgor de las ofrendas
desde sus alas entorpecidas
y su voltereta máxima de muerte.

El aleteo del ave es necio
entre las ramas que sueltan latigazos,
entre los vientos
que matan el honor.

Luego, no se ve más a la redonda
que una simple estela imaginaria
y un pensamiento regresivo.

Nunca se sabe de dónde viene la bala
que la derriba,
que la reconstruye en el aire
como un poema difícil,
sólo entre agujeros clandestinos, un poeta
arregla la muerte
cuando la sangre de diferentes tiempos
señala predilectos condenados.


Último aliento de un gigante

Ah, nunca me gustó el sol,
quiero decir
que así imagino al sol condenado
a un trecho final:
un gas tortuoso se le desgaja
como la epidermis de los magos negros
y apunta a las legiones de sequedad
y brillo
como la partida de una aventura de globo
hacia su descomunal cementerio.

Mas sigue intacto.
Sigue horrible.

Ah, el sol
Con su mitad de ruina y su mitad de reino
arderá prolífico
como el tiempo que cumple en un conjuro solitario,
su fuego indiferente de sí mismo;
y para mí que concierto la jugada,
que imagino la fecha de las posibilidades,
sólo es un linaje cósmico que no se resuelve
porque la perfección consiste
en tumbarse el equilibrio.


Autopacto

Lo contrario de arreglármelas solo
es estar más solo
en el indudable cuerpo de un nombre propio.

El fracaso fue pactar cerrar los ojos,
llegar al cuerpo,
adherirme.

Ahora, para justificar mi marcha,
ausculto un remoto favor de ser de alguien
y una identidad me es permitida.

Tengo que buscarme en las preferencias ajenas,
en mis soledades restantes
para permanecer en algún lado

(en cualquier paz muy intentada)

con la ceguera de estar detenido,
con la visión de llamarme algo.


Crimen concedido

Tu ventaja es que no estás en mis sueños
para poder matarte:
apareces siempre tan cerca de lo permitido.

Mi búsqueda se basa en soñarme solo,
en no ensuciar mi mano que te espera.

Ah, no puedo fracasar despierto
ni despertar sin nada:

Debo asignarte una pesadilla
y deslizarme insomne hasta pasar los ojos
por lo desangrado
y quedarme inmóvil como en el peor sueño,
donde mi ira te inventa,
te mantiene lista,
para que tu perdición purifique
estas paredes de nada y de tiempo,
esta cortina de sangre y ausencia.

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